Sergio Nogues
En mi juventud escuchaba una canción en la que el autor contaba que había tenido un sueño en el cual toda la humanidad vivía en paz, todos eran amigos y se ayudaban unos a otros y cuando despertó, su deseo fue hacerlo realidad. La letra de esta melodía me llamó mucho la atención y mi deseo siempre ha sido de poder vivir en un mundo de paz, donde todos expresemos amor unos por otros.
Estamos viviendo una situación alarmante a nivel mundial. Los reportes de noticias nos informan de hambre, violencia, desastres, guerras, odios. Todo parece ser un caos, indicar que no hay una solución.
Escuchamos algunos casos de personas que están ayudando a la humanidad, que luchan contra el hambre, la pobreza y van a países necesitados a ayudarlos. Sería algo hermoso que cada persona individualmente pudiera seguir este ejemplo, que tratara de hacer el bien y de ayudar aquel que lo necesite, y así podamos poner en práctica el mandato que nos dejó Jesús al decirnos que nos amemos unos a otros.
No es necesario que algunos dediquen muchas horas a la semana en esta labor. Si todos damos un poco de nuestro tiempo, esto puede realizarse. ¿Sería posible que cada uno de nosotros aportara algo para ayudar a la humanidad? La respuesta es que “Si”, pero
¿Qué podemos hacer y cómo podemos hacerlo?
Toda persona tiene la posibilidad de comenzar ahora mismo sin esperar por nadie. En un diccionario leí que decía que unos insectos llamados langostas, son ejemplos de sabiduría, y cita este pasaje de la Biblia que nos dice: “Las langostas, … no tienen rey, y salen todas por cuadrillas”1 . La labor que ellas tienen que hacer, la realizan sin la necesidad de tener a alguien que las dirija. Este ejemplo nos enseña que no es necesario encontrar un rey o dirigente para llevar a cabo una obra para ayudar a la humanidad.
Pongamos en práctica ahora mismo esta labor, tratemos de hacer algo cada díaque pueda eliminar todo el mal. Una palabra, una mirada, un pensamiento positivo, es loque tenemos que hacer. Existen muchas formas a través de las cuales podemos ayudar.
Si mantenemos nuestro pensamiento unido a Dios, con el deseo de hacer el bien, en cada momento recibiremos la inspiración para saber como debemos orar y como debemos. Los cuatro evangelios nos muestran como Jesús ayudaba a todos, sanaba enfermos, daba de comer a las multitudes. Algunas veces decimos que somos cristianos, pero: ¿Estamos realmente practicando el Cristianismo en nuestra vida diaria? ¿Cuantas veces al día tratamos de expresar amor a nuestro prójimo?
El dar una sonrisa, un saludo, cualquier muestra de amor, puede ser lo que nuestro prójimo necesite en ese momento y es algo que nosotros tenemos y podemos darle sin necesidad de gastar ningún dinero, de quitarnos algo, de hacer un sacrificio. Es algo posible de realizar por cada persona individualmente.
No podemos permitir que continúe creciendo el gran destructor de la humanidad que es la “indiferencia”. Jesús nos enseñó un buen ejemplo en la parábola del buen samaritano, en la cual nos relata que un hombre cayó en manos de ladrones y lo despojaron, dejándolo herido en el suelo. Y pasó un samaritano, se le acercó, vendó sus heridas y lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al finalizar la parábola podemos leer el mandato que nos dejó Jesús al decir: “…Ve, y haz tú lo mismo”2. Si obedecemos este mandato, estamos practicando el cristianismo.
¿Cuántas personas vemos a diario, las cuales están heridas y necesitan ayuda? Las señales de heridas no tienen que observarse materialmente en el cuerpo. El cuerpo puede estar completamente sano, pero su alma completamente herida. Yo he tenido la oportunidad en varias ocasiones de utilizar el poder de la oración para ayudar a la comunidad.
Hace algunos años para llegar a mi trabajo, tenía que pasar por un área donde las casas se veían sucias y sin cuidado. Las familias que vivían allí tenían un pensamiento muy negativo y al pasar por allí cada día, comenzaba a orar, a reconocer la omnipresencia de Dios. En poco tiempo todo comenzó a cambiar. Los vecinos comenzaron a limpiar el frente de su casa, pintarla, arreglar el jardín. Esto fue el resultado de la oración el cual toda persona puede hacerlo individualmente cada día.
En las manos de cada uno de nosotros está la posibilidad de que se comience a realizar un cambio en toda la humanidad y solo depende de la respuesta que le demos a la siguiente pregunta: ¿Podemos hacer algo para mejorar a la humanidad?
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